Sobre el principio de la pitufina


El principio de la pitufina es la práctica, en ciertas -muchísimas- obras de ficción, de presentar a un único personaje femenino en medio de un reparto de personajes masculinos protagónicos.



Tal y como ocurre en la serie de los pitufos, donde vemos a una sola pitufa entre muchos pitufos, aún hoy es habitual que se nos muestre a un único personaje femenino rodeado de personajes masculinos relevantes. Encima, este personaje femenino normalmente sirve como objeto de deseo o de interés romántico de uno o incluso de varios personajes de la trama. 

En Los pitufos, la mayoría, si no todos (quizá a excepción de Papá Pitufo), pueden estar enamorados de Pitufina que, pese a ser un personaje de ficción, azul y pequeñito, a su manera está "sexualizada", además de ser rubia y muy coqueta. Y a la cual muchas veces deben salvar.

Relacionado con esto, el fenómeno de la damisela en apuros suele estar en la palestra cuando tenemos a una pitufina para todos. Como en el clásico ejemplo de Blancanieves y los siete enanitos o, salvando las diferencias, en Terminator (The Terminator, 1984) e incluso, acercándonos a otro tipo de ficción, le ocurre a la Princesa Peach en los juegos de Mario Bros y a un larguísimo y prácticamente inabarcable etcétera. (El principio de la pitufina se da por tanto extensamente en el mundo de los videojuegos -con el mítico ejemplo de Chun-Li, en los primeros juegos de Street Fighter, a la cabeza- y en el mundo de la música, en grupos como No Doubt, Cristina y los Subterráneos, tal vez Mecano…, por no hablar de la poca representación de mujeres diversas, de distintas edades, distintos cuerpos, etc., siendo frecuente que, cuando en una producción buscan a una actriz con una determinada característica, como ser gorda, por ejemplo, suelen llamar a la/s misma/s que ya han sido encasilladas en ese tipo de papel, en este caso el de gorda, dando poca oportunidad a otras actrices con análogos atributos que también querrían probar suerte.)

Street Fighter

Como decía, a menudo compiten los hombres –incluso niños- por el amor o la atención de la pitufina en cuestión. Un ejemplo de tantos sería el de Crónicas vampíricas (Vampire Diaries, 2009), donde se da el caso de la damisela en apuros y la competencia por el amor o la atención de la protagonista -aquí, por añadidura, la rivalidad la protagonizan dos hermanos, lo cual no parece ser algo criticable en la serie porque lo presentan como algo normalizado; asimismo llama la atención el trasfondo pedófilo en el que dos señoros de cien años aproximadamente están obsesionados con una adolescente-.

Siguiendo con la ficción vampírica, la película y su saga El crepúsculo (Twilight, 2008) es otro ejemplo muy similar. La protagonista, que es bonita hasta para el nombre, Bella, es otra adolescente que no puede escapar al acoso de al menos dos personajes masculinos que ostentan una posición de poder sobre ella; uno, siendo pedófilo (pederasta, realmente) por las mismas razones que en Crónicas vampíricas, y el otro no sabiendo discernir cuando no es no, entre otras cosas.

A veces no es tan importante la competencia entre hombres por una dama porque, aunque esa competitividad se siente en el ambiente, ponen el acento en alguna otra cuestión igualmente misógina y patriarcal. Sería el caso de The Big Bang Theory (2007). Me sabe mal criticar esta serie, que me parece muy buena en muchos sentidos, pero no podemos obviar que es un claro ejemplo del principio de la pitufina. Nos presentan a Peggy (la inicialmente única protagonista mujer), la tía buena, con pechos operados (y otras intervenciones quirúrgicas que confesó la propia actriz), modelo de "rubia tonta" que es objeto de deseo de un grupo, sobre todo de uno, pero donde los otros demuestran niveles máximos de babosidad hacia ella, quien muestra paulatinamente tener una inteligencia práctica, ser astuta, pero siempre se encontrará en cierto plano en inferioridad de condiciones con el grupito de listillos (nerds) los cuales van de buena gente pero estoquean, abusan, son resentidos y, ni siquiera pese a sus inseguridades, llegan a ser ni tan comprensivos ni tan siquiera tan fieles.

Reparto de The Big Bang Theory
en las primeras temporadas

En estos ejemplos de ficción comentados, claramente hay una pitufina. No es que no figuren otros "elementos" femeninos. Puede haber una madre de, una profe de, una niñera, una "buscona" que hace peligrar el idilio de los protagonistas... Puede haber más presencia femenina, y aquí no siempre encontraremos los cuerpos idénticos normativos, pero muchas veces sí, porque una madre en ocasiones está buenorra y ultra retocada, plastificada y con taconazos (si tienen nivel adquisitivo las suelen presentar así, como en Los Thunderman (The Thundermans, 2013), donde vemos a una familia -afortunadamente nos salimos del efecto Pitufina dado que hay una mujer y luego más niñas listas (siempre muy guapas estandarizadas), donde la madre es muy atractiva según los cánones de belleza actual y, su marido, la verdad que no tanto... porque en ellos cargar con una cacho barriga no suele ser un problema, casi que le confiere su personalidad de buen padre y bonachón en general-. Otro ejemplo similar sería el de la serie Aquellos maravillosos años (The Wonder Years, 1988), serie entrañable a la vez que patriarcal, en la que no creo que se buscara sexualizar especialmente a la madre, si bien era algo más delgada que su marido, el cual criaba como tantos otros maridos de ficción sus campechanos michelines –cuestión como hemos visto muy poco permitida a los personajes femeninos-. En versión española, no olvidemos a Belén Rueda, Elsa Pataky, Natalia Berbeke... junto a Antonio Resines, Jesús Bonilla y compañía de personajes machirulos y “poco cuidados físicamente” en Los Serrano (2003).

Otro ejemplo de Pitufina (en el guión original) sería Seven en Stranger Things (2016). Aprovechemos para ver a Winona Ryder en el papel de madre –no es su primera vez-, también vinculándose con señores que están al menos en apariencia menos en forma que ella; es decir, una madre, por más que sea Winona, ya no puede ligar con un hombre con un cuerpazo o incluso con alguien que a ojos de los demás pueda ser más guapo o quizá más joven o delgado que la actriz. A algunos creadores de ficción esto les hace cortocircuito. Pese a ser una serie más abierta, incluso lgtbifriendly, aún cae en muchos de estos topicazos.

Por fortuna empezamos a ver excepciones a esta regla -lamentablemente excepciones, porque falta atreverse más-, como sería el caso de la serie Chicas buenas (Good Girls, 2018), producción que desde el punto de vista del feminismo y de la diversidad es prácticamente impecable.

Decía que algunas madres o señoras de la ficción no escapan a la presión estética, pero en ocasiones la industria se permite enseñarnos a mujeres "feas”, “gordas"... porque o bien son humildes, o mayores, o muy insignificantes para la trama... Ah, o son villanas.

Tenemos a la abuela Herminia en Cuéntame como pasó (2001). Por cierto, podríamos decir que no es una serie en la que se observe el principio de la pitufina porque pone el foco en la familia Alcántara y su entorno… y, al tratarse de una familia tradicional de la época, hay varias mujeres en el papel de madre, hija, abuela, amiga, etc. Sin embargo, sólo por el hecho de que la voz en off sea del niño, el más pequeño de la casa, ya nos da una idea de que la mirada es la masculina y eso influye en todo. Casualidades de la vida, en Los Serrano también es el niño pequeño de la casa el que nos cuenta la historia, Curro, y ambos nos hablan en algunos momentos de sus intereses románticos, por ejemplo.

Podríamos decir que el principio de la pitufina forma parte de una manera estereotipada, sesgada, de hacer cine y ficción, que suele englobar o compartir presencia con otros efectos como el de la damisela en apuros, la rivalidad entre hombres por acceder a la mujer y/o la tendencia a combinar hombres mayores con actrices bastante más jóvenes, y muchas veces en inferioridad de condiciones, como Jack Nicholson en Mejor… imposible (As Good as It Gets, 1997), donde un escritor bastante pedante se relaciona con una camarera, madre soltera, menor que él (en la realidad, 26 años más joven).

Otra consecuencia del principio de la pitufina es que ellas, las pitufinas, no sean muy importantes para la trama a excepción de por el hecho, por ejemplo, de necesitar ser salvadas, vengadas o conquistadas románticamente. Y así nos venden una visión del mundo que no nos representa. Porque una parte es ficción, y otra buena parte es el sustrato, los imputs sobre la sociedad, lo aceptable, lo deseable, lo respetable, etc. que recibimos a partir de consumir toda esa ficción.

Porque todo esto repercute en el imaginario colectivo. Mayor presión estética para las mujeres (dentro y fuera de la pantalla), aumento del sentimiento de insatisfacción en las relaciones afectivosexuales, especialmente en las relaciones heterosexuales donde: los hombres se montan una idea de tener que competir para acceder a un tipo de mujer, que elevará su valor social porque podrá presumir de ella, y las mujeres tradicionalmente pueden sentir la necesidad de alcanzar ciertos estándares, prácticamente inalcanzables, rivalizando también con otras mujeres, para poder considerarse seguras y validadas, y escogidas, etc. Me parece que en las relaciones homosexuales la tiranía del físico se ve más representada entre hombres, pero probablemente ninguna persona de este planeta está exenta de la presión estética y de la construcción del deseo hegemónica que sin duda nos influye.

En la misma línea, los hombres se hacen a la idea de que envejecen bien como los vinos, y las mujeres a cierta edad se empiezan a descartar. Nosotras quizá empezamos a sentir eso mismo... No, ya no…, ¡hay que despertar!

En cuanto a referentes en el cine, las niñas y las mujeres en general encontramos menos variedad, menos crecimiento personal, menos idea de posibilidades de triunfo y, tradicionalmente, se nos ha circunscrito al mundo de agradar y de cuidar. Al haber menos personajes femeninos protagónicos, que además suelen estar pensados, escritos, desarrollados, retocados, a partir de la mirada masculina y la heterocisnorma, pues está, o estaba, muy complicado forjarte una construcción amplia y coherente de todo lo que podemos ser, hacer, aportar, las mujeres.

Este sesgo, o esta discriminación, englobaría también a minorías étnicas, divergencias, colectivo lgtbiq+... Lo cual es gravísimo y parte de la misma misoginia.

Sobre referentes femeninos, aparte del aspecto físico o el estatus socioeconómico, etc., el encéfalo plano de los personajes es otro asunto relacionado. Mientras los personajes masculinos, por ejemplo, forman un grupo en el que pueden desarrollarse diferentes personalidades, las mujeres, al ser una única pitufina, pues son la chica y poco más. Sí, será más graciosa, o estirada, o incrédula..., pero no habrá mucho con lo que comparar. Y si el resto de mujeres de la trama son accesorias prácticamente, no suelen expandir mucho juego en cuanto a diferencias individuales. O sea, nuestro mundo en la ficción parece más chato.

Afortunadamente todo esto va cambiando. Hay series como The Big Bang Theory que fueron adaptándose y ampliando miradas después de repetir la fórmula unas temporadas, otras que se iniciaron ya rompiendo este principio de la pitufina como es el caso de Friends (1994), cuya predecesora Seinfield (1989) contaba con su pitufina -aunque he de decir que, para lo que había en aquel entonces, yo sí podría rescatar varios aspectos "feministas" del personaje de Elaine-.

Para finalizar –no podemos finalizar, porque estamos en pañales y hemos de seguir reivindicando-, en un artículo de The New York Times Magazine, Katha Pollitt (1991) utilizó por primera vez el término “principio de la pitufina” en un ensayo donde ya nos alertaba del peligro de este efecto misógino en la ficción infantojuvenil: “Los niños son la norma, las niñas la variación; los niños son centrales, las niñas periféricas; los niños son individuos, las niñas tipos. Los niños definen el grupo, su historia y su código de valores. Las niñas existen sólo en relación con los niños”.




Fuentes:






Comentarios

  1. Me parece genial este artículo, primero lo he visto largo pero se me ha hecho muy corto, me gusta mucho como lo explicas y es verdad que hay muchos ejemplos de la misma cosa. Ahora podemos ver o leer más mujeres o gente que hace trabajos más completos o reales pero si no estas muy despierta te acabas tragando los mismos argumentos machistas

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por el feedback! Es verdad, tenemos que mantenernos despiertas

      Eliminar
  2. muy bien explicado, gracias por todo esto

    ResponderEliminar

Publicar un comentario