Esta mañana me he
encontrado con la noticia: ha fallecido Bimba Bosé, mujer, madre,
modelo, cantante..., a sus 41 años, por padecer un cáncer de mama
que la ha llevado a la tumba. O a donde sea que hayan acabado sus
restos... La verdad es que no he leído sobre ese asunto y la
cuestión que ha intrigado mi alma es obviamente otra: una más que
el cáncer se ha llevado... O una menos que está aquí para
contarlo.
Sabemos de Bimba porque es un personaje mediático. Yo no la conocía
personalmente, y su pérdida me provoca cierto pesar no porque
vaya a echarla de menos a ella en concreto sino por la desazón de la
muerte, especialmente de una mujer joven, específicamente abatida por
un cáncer de mama que es algo a lo que también yo me enfrento.
Resulta inevitable establecer algún tipo de comparación, por errática o errada que
sea. Tal vez se trate de un (mal) hábito entre los y las supervivientes. A ella le
diagnosticaron la enfermedad a principios de 2014. A mí para Semana
Santa, ese mismo 2014. Ella era joven y madre de dos hijas de corta
edad. Yo soy joven y madre de dos hijos también pequeños. Fue
una luchadora y según cuentan adoptó una actitud positiva. Yo soy luchadora y creo tener una actitud positiva... Y sigo aquí. Sin
evidencia médica de enfermedad. Y aun así el miedo, acallado,
clausurado, que guardo en algún recoveco de mi mente, hoy me ha
recordado tímidamente que está ahí, latente, y que me dice: “podrías ser tú,
¿te crees tan diferente? ¿o especial?, ¿qué hace que tu caso sea
distinto?”.
Lo he reconocido, el
miedo. Es un antiguo amigo mío. Bueno, ni amigo ni enemigo.
Coexistimos, si bien prefiero no hacerle mucho caso. Prefiero
mantenerlo guardado. Es mi Yellowstone particular.
Al rato de leer la
noticia me he puesto a cocinar, y a cantar. No sé por qué tarareaba
“La gente me señala, me apunta con el dedo, susurra a mis
espaldas, y a mí me importa un bledo”. Creo que me ha salido en parte inspirada
por la propia vida de la chica Bosé, que además hace poco leí que plantaba
cara a la prensa por lo que ella consideraba un mal tratamiento de su
enfermedad y de su privacidad. Necesitaba más paz, más calma. Y
tristemente fue la última temporada que pasó con sus seres queridos, la cual espero que haya sido rodeada de amor y con momentos de felicidad.
¿Por qué no? Yo soy feliz, de a ratos, un poco..., siguiendo con las odiosas comparaciones, y he podido ser feliz incluso antes de la remisión del cáncer,
durante los peores momentos de tratamiento. Pero reconozco que me siento mejor
ahora.
Es así. Es maravilloso que reconozcas tu miedo y lo expongas ahí al alcance de todos. Pero ese miedo si bien te toca de lleno por ser tocaya de Bimba en la enfermedad también está ahí cada vez más en las mujeres y en las jóvenes. Por mucho que la seguridad social siga con sus estadísticas y recortes insistiendo en practicar mamografías pasados los 55 años y citologías cada tres. Otro dato, hay muchas supervivientes del cáncer de mamá. Ese grupo también existe y son tocayos tuyos. Don t forget.
ResponderEliminarSí, el miedo al cáncer o a lo impredecible creo que lo conocemos todos/as. Lo importante es que no nos controle la vida. También hay muchas supervivientes de cáncer de mama, ¡y cada vez afortunadamente habrá mas!!! Gracias por tus palabras.
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