¿Por qué en el sexo nos atrae lo novedoso?


La sexualidad humana tal vez sea más compleja que la del resto de animales. Sin embargo hay muchos comportamientos y fenómenos que se dan en otras especies a la vez que en la nuestra. Uno, en concreto, puede en ocasiones complicar las cosas, sobre todo a las parejas estables. Es el llamado efecto Coolidge

Se estudió al principio con roedores, gallos y gallinas, y otros animales diversos (especialmente mamíferos), y resulta que "lo mismo" sirven los hallazgos para todos ellos que para los seres humanos. 

Consiste en una mayor disposición a practicar sexo ante la presencia de nuevas parejas sexuales. Mayor disposición, mayor excitación... Lo explicaré mejor con un ejemplo. El de una pareja cisgénero heterosexual/bisexual... Una mujer, que tiene un compañero sentimental estable, puede que en cierto momento perciba que el tiempo que él tarda en volver a excitarse tras eyacular es mayor que en la época inicial, la de enamoramiento. Pues bien, se sabe que el hombre necesita entre erecciones un descanso para la recuperación completa de la función sexual, o período refractario, y éste varía en tiempo e intensidad entre individuos -también influyen factores ambientales como el estrés y fisiológicos como la edad; en ancianos puede ser incluso de semanas...-. No obstante, entre todas las posibles variables que entran en juego a la hora de modificar ese tiempo de espera y que indican también mayor excitación sexual, habría que nombrar los estímulos novedosos. Es decir, puede que tu chico -si eres lectora y te has sentido identificada con el ejemplo-, tarde en “reaccionar” bastante rato tras haber eyaculado cuando hace el amor contigo, pero si hubiese otra mujer en la cama, esperando su turno, la respuesta sexual sería casi inmediata. O bien, en el caso de que él mientras mantiene una relación de pareja contigo, inicie relaciones sexuales con otra persona, el grado de excitación sería significativamente mayor en el nuevo escenario así como la energía sexual para copular durante más tiempo y acortando el margen de espera entre erecciones.

Este efecto, de interesantes repercusiones, se relaciona con la biología del sexo masculino: a ellos, desde un punto de vista evolutivo, les importa más la cantidad que la calidad. O sea que el macho tiene tantos espermatozoides -con corta esperanza de vida- que los libera continuamente y, para perpetuar la especie y a poder ser con su prole, necesita repartir su semen por el mayor número de parejas sexuales posibles. (Ante estímulos novedosos también se ha constatado que puede haber más cantidad de semen en la eyaculación.) La mujer, al tener un número limitado de óvulos -si bien de mayor longevidad que los espermatozoides-, un ciclo menstrual, un embarazo, un tiempo de lactancia, etc., en fin, tanta carga para perpetuar la especie con su prole, ha de elegir, o al menos debería, bien a su compañero sexual; en principio, lo que busca es más calidad que cantidad. Aun así, a las hembras también les excita lo novedoso, posiblemente para conseguir mayor variabilidad genética entre su descendencia e incluso para asegurarse un embarazo; sin embargo, al no tener un período refractario tan claramente marcado -aunque pueda apetecer un cigarro entre polvo y polvo-, el efecto Coolidge se observa en las mujeres pero en menor medida que en los hombres.

Algun@s autores han justificado la infidelidad teniendo en cuenta este efecto. Y especialmente la infidelidad humana, como si dependiera únicamente de una pulsión biológica. Estos hallazgos de la biología pueden resultar muy útiles para comprender mejor nuestra sexualidad, cómo ésta se ve modulada por el sistema neuroendocrino, que repercute en nuestras conductas, etc. Pero las personas no dependemos solo de un determinismo biológico, y nuestra crianza nos envuelve en valores, algunos relacionados con las relaciones afectivosexuales, que podrían diluir o contrarrestar "la llamada de la naturaleza".

Otr@s ven una explicación al hecho de que la monogamia en seres humanos desde un punto de vista biológico tampoco existiría. Es un debate interesante, que probablemente poco se relacionaría con este efecto concreto. El efecto Coolidge podría explicar en parte la habituación que sufren las parejas que llevan mucho tiempo juntas. La habituación provoca que nuestros circuitos cerebrales se acostumbren a cierta dosis de dopamina, como ocurre con el consumo de droga, por ejemplo. Pasado cierto tiempo, habría que aumentar la dosis para sentir una intensidad similar. Al haber un estímulo novedoso (nueva pareja sexual), se produce un subidón de dopamina y de adrenalina. En cuanto al período refractario, al eyacular, la persona libera prolactina, y ésta al parecer es en parte responsable de esa dilatación de tiempo. Tras la eyaculación, también se elevaría la serotonina, que hace que nos sintamos a gusto pero puede alargar el período refractario. Pues bien, al incrementar la dopamina y la adrenalina, este efecto alcanzado por la prolactina y la serotonina, entre otras, se vería disminuido o apaciguado favoreciendo el acto sexual inmediato.

En mujeres cis, este fenómeno, al relacionarse con la eyaculación más que con el orgasmo, puede no ser tan notorio, además de por las posibles diferencias evolutivas de cada sexo (la posibilidad de ser multiorgásmica, por ejemplo), el papel de la oxitocina, etc.


Como dato anecdótico, este efecto debe su nombre a un presidente de Estados Unidos de los años veinte del siglo pasado, Calvin Coolidge, quien al parecer acudió con su mujer a visitar una granja de aves de corral. Cuando la señora vio que había muy pocos gallos pero muchos pollitos, preguntó cuál era la razón. Los granjeros le contestaron que los gallos copulaban muchas veces al día. Ella, irónicamente, comentó: “Deberían informar de eso al señor Coolidge”. Y así se hizo. Entonces el presidente con curiosidad preguntó: “¿Y siempre con la misma gallina?”. La respuesta fue determinante: “No, copulan varias veces al día y cada vez con una distinta”. A lo que él añadió: “Deberían informar de eso a la señora Coolidge”.

Comentarios

  1. Hola,

    Explico mi caso: una relación laboral. en la que una persona para romper la rutina laboral habla de sexo con la otra parte. le comenta sus aventuras amorosas, su apetito sexual, su lujuria. Se describe a sí misma como muy seria en el trabajo, pero que necesita pausas en las que hablar de sexo. La otra persona se siente cohibida porque le enseñan fotos y hacen comentarios eroticos. Ambas parejas tienen pareja estable. Una de ellas se siente libre de compartir sexo con terceros sin darlo a conocer a su pareja. La otra persona no quiere hablar del tema. Por este motivo se lo dice a la persona, la persona lo respeta, pero su relacion laboral se ver perjudicada.

    Gracias

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  2. un ciclo menstrual, un embarazo, un tiempo de lactancia, etc., en fin, tanta carga para perpetuar la especie con su prole, ha de elegir, o al menos debería, bien a su compañero sexual; en principio, lo que busca es más calidad que cantidad. Aun así, a las mujeres también les excita lo novedoso, posiblemente para conseguir mayor variabilidad genética entre su descendencia e incluso para asegurarse un embarazo; sin embargo, al no tener período refractario -aunque pueda apetecer un cigarro entre polvo y polvo-, el efecto Coolidge se observa en las mujeres pero en menor medida que en los hombres.
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  3. Muy cierto, somos más que el instinto de procrear, yo no he tenido hijos pero me ha pasado notar ese efecto en mis relaciones sexuales, me he sentido más atraído por la persona nueva y a veces no me gustaba más que la de antes

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